Los que buscan atajos financieros y la multiplicación del dinero siempre terminan con vendehúmos o mercaderes de la fé. ¡El diezmo no funciona así! El diezmo va en función de los planes y propósitos del Señor, no sirve para sobornarlo o torcer su brazo, no va en función de planes, caprichos, símbolos de estatus ni placeres egoístas.
Hace pocos días hablaba con un pastor cristiano, a quien admiro mucho, sobre la religión convertida en el negocio de cobrar diezmos. Me alegró que ambos estuviéramos de acuerdo en rechazar semejante manera de explotar a la gente. La verdad es que el precepto de diezmar no es un requisito para estar con Dios y ser un buen creyente, y que el diezmo, que para los vivos es más importante que el mismo amor, es un precepto secundario en la Biblia. Dios nos acompaña siempre que amamos y somos íntegros y es mentira que sólo bendiga a los que diezman y castigue a los que no le dan el dinero a su pastor o a su cura. La libertad de cultos no es exprimir a la gente.
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