A mí me perdieron, me dejaron marchar, seguramente sintieron que no merecía la pena luchar para retenerme.
Tan solo una palabra habría bastado para frenarme pero imagino que en esos momentos podian más los silencios que los te quiero, eso o ni si quiera existía aquello que me vendieron.

No hay peor soledad que la que sientes estando acompañado, esa es la mala, la que se pega a los huesos y no hay manera de quitársela de encima.

Te miraba y ahí estabas tú al otro lado de la cama ajeno a mi vida y a mi y yo pensaba...tú tan cerca y yo tan lejos.
Te miraba esperando que en algún momento tu mirada coincidiera con la mía y así pudieras ver mi alma agonizando en tus pupilas pero cada día era un intento fallido porque hacía mucho tiempo que nuestras almas no hablaban.

Hay muchas formas de morir pero esa es una de las peores, sentir que aunque estás respirando el oxígeno no te llega a los pulmones, ni al corazón ni al alma y sientes como poco a poco tu esencia o lo poco que queda de ella va disipándose en el vacío de tu alcoba y te deja convertida en la sombra de lo que un día fuiste.

Creo que todo tiene su tiempo incluso la derrota llega un momento en que se convierte en victoria porque te das cuenta de que en realidad siempre habías estado sola bajo la tempestad, que nadie había tomado tu mano para sacarte del aguacero y que en realidad nunca habías echado de menos los te quiero porque nunca los tuviste.

Creo que soy una galaxia demasiado compleja para planetas tan pequeños o tal vez aún no haya descubierto un universo donde cobijar mi luz pero nada de eso importa ya porque hace tiempo que aprendí a cantar bajo la lluvia.

PD. Para ti que lees mis letras, un cálido y nocturno abrazo.