No creas que tus labios siguen viviendo en mi boca, que siguen siendo el dulce sabor que alimentan mis dias y mis noches, que vida sigue siendo aquella vieja fotonovela a la qué se le quedó antiguo el libreto.
No creas que mis sueños siguen girando en torno a ti, a tu cielo, que del vuelo de aquella cometa eres tu quien sigue manejando el hilo.

No creas que mi pluma sigue cada día pintando amaneceres o atardeceres por ti, porque no es así, ya la tinta que tantas veces se derramó en palabras que enamoraban se secó, para ser costra de las cicatrices en las heridas causadas.

No creas que mis sueños se detuvieron tras tu marcha, no te creas tan importante como una vez lo fuiste, cuando eras mi todo, porque por fin entendí que solo fue un alto en el camino, una parada para respirar, para beber agua, para recuperar el alimento y tras dejar atrás ese final dar paso a nuevos comienzos, a nuevos rumbos, a nuevos sueños en los qué tu nombre no estaban en ellos.

Así qué no creas que tus labios siguen viviendo en mi boca, porque ya probé la dulce miel de las abejas y la verdad es que la falsedad de un sucedáneo de flores ya me sabe a poco.

No creas qué aun significas algo, o tal vez sí, tal vez ya solo seas un pobre y tenue recuerdo.