¿Quién eres?, que hasta aquí bajo de mis letras me sabe a perfume por saber. Que tétrica sería mis letras si mañana no sé nada de ti. Acaso, ¿tú eres la musa perdida de aquel poeta en exterminio?
No quiero que seas un secreto entre mis letras perennes, mujer. Tampoco quiero que seas la sed de lujuria que vaga en sus venas del aquel hombre bohemio; solo quiero saber a quién besas en el ritmo de la manecilla de tu reloj de prosa, mujer.
Al viento le diré que te diga que no muestres el desnudo de tu alma; menos la comisura de tus labios al credo de verso, para que no te robe beso, sin la presencia de mis letras, mujer.
Me internaré en las estaciones del tiempo, mientras sé dé ti, mujer. No importa que sea la manía de los ángeles torturados por causa a la belleza de la mujer, mujer.
Mientras que llegue ese tiempo, te dejo mis letras inválidas, por una razón, tú...
No hay comentarios.