Bajo la bóveda de tus ojos, descubrí un cielo infinito que ilumina mis días con la luz de tus sueños. En cada destello, encuentro constelaciones de esperanza y susurros de promesas que danzan en el firmamento de tu mirada.

Tus ojos, dos luceros que desafían la oscuridad, pintan paisajes de amor en el lienzo de mi corazón. En su reflejo, encuentro la calma de un atardecer sereno, donde el sol se sumerge en la paleta de tonalidades cálidas y abraza la quietud del horizonte.

Cuando tus ojos encuentran los míos, se desata una sinfonía de emociones que danzan al compás de nuestras almas. En cada parpadeo, se tejen versos de amor que fluyen como ríos de ternura, llevándome a través de paisajes inexplorados, donde el amor es la brújula que guía nuestros pasos.

Así, en el libro de tus ojos, leo poesías en prosa que narran la historia de un amor eterno. Cada mirada es una página que escribimos juntos, con tinta de momentos compartidos y capítulos que se despliegan con la promesa de un futuro tejido con hilos de complicidad.

En tus ojos, descubro el poema más hermoso, una melodía que resuena en el silencio de nuestras miradas entrelazadas. Y mientras el tiempo avanza, seguiré leyendo en tus ojos, descubriendo poesías en prosa que se despliegan como alas de mariposa, llevándome a lugares donde el amor es la única verdad que perdura.